domingo, 2 de octubre de 2016

Conectores

Los marcadores del discurso, también llamados enlaces extraoracionales o conectores argumentativos, extraoracionales, procesadores textuales, etc., unen de forma explícita segmentos textuales (enunciados o grupos de enunciados) y establecen entre ellos distintas relaciones semánticas (de significado) y pragmáticas (cómo influye el contexto en la interpretación del enunciado). Con frecuencia no son necesarios para comprender el contenido del texto, pero lo habitual es que aparezcan para que sepamos interpretar el enunciado que introducen con respecto al anterior.

Clasificación por función: 

Marcadores que estructuran el discurso
• Iniciadores: para empezar
• Enumeradores: en primer lugar, en segundo lugar
• Digresores: a propósito, por cierto, a todo esto
• Finalizadores: por último, en último término, en fin, finalmente
• Continuativos: entonces, así pues, de modo que, pues bien, conque
• Conclusivos: en consecuencia, en conclusión, en resumen, por tanto

Conectores que unen dos segmentos textuales
• Aditivos: además, incluso, asimismo
• Contraargumentativos: sin embargo, no obstante, por el contrario
• Consecutivos: por tanto, por consiguiente, en consecuencia, entonces, en efecto, de ahí

Marcadores que indican la posición del hablante hacia la continuación del discurso
• Indicativos de opinión: desde mi punto de vista, en mi opinión
• Reformuladores explicativos: es decir, o sea, total, en otras palabras, por ejemplo

Marcadores conversacionales para mostrar el seguimiento del discurso
• Iniciativos: mirá vos, a ver, ¿sabés qué?
• Enfáticos: claro que sí, no faltaría más
• Aprobativos: bueno, perfecto, bien, de acuerdo
• Afirmativos: evidentemente, por supuesto, en efecto
• Apelativos: mirá, escuchá, fijate

• Comprobativos: ¿verdad?, ¿me seguís?, ¿me entedés?


Fuente: Wikilengua

lunes, 15 de agosto de 2016

Teléfono + ninguneo = ningufoneo

El término inglés phubbing, con el que se alude al hecho de que una persona solo preste atención a un dispositivo móvil sin hacer caso de su entorno, en especial a las personas que lo rodean, puede traducirse por ningufoneo.

Imagen extraída de Pinterest
En las noticias se está empleando este anglicismo con creciente frecuencia, como en los siguientes ejemplos: «El Phubbing puede generar trastornos personales», «La gente que dijo ser la más proclive a hacer phubbing era también la que más habitualmente era objeto de esta práctica» o «Tiene una página para escrachar a famosos que hacen phubbing».


La voz phubbing es de creación reciente a partir de phone, que significa ‘teléfono’, y snubbing, que es ‘desaire’, ‘desprecio’ o ‘ninguneo’. Tomando los equivalentes españoles es posible crear el neologismo ningufonear, un acrónimo de ningunear y telefonear, del que a su vez se puede derivar ningufoneo. El primero de ellos está definido en el Diccionario académico como ‘no hacer caso de alguien, no tomarlo en consideración’ o ‘menospreciar a alguien’, lo que refleja fielmente lo que se quiere expresar.

A partir de estas voces, pueden formarse otros derivados como ningufoneador, para la ‘persona que ningunfonea’ y que puede funcionar bien como sustantivo o bien como adjetivo. Al ser palabras bien formadas, no necesitan ni comillas ni cursiva.


De este modo, en los ejemplos anteriores podría haberse escrito «El ningufoneo puede generar trastornos personales», «La gente que dijo ser la más proclive a ningufonear era también la que más habitualmente era objeto de esta práctica» y «Tiene una página para escrachar a famosos ningufoneadores».

Fuente: Fundéu (Fundación del Español Urgente)

jueves, 21 de julio de 2016

Philip K. Dick (fragmento de una carta), 14 de mayo de 1981

“En primer lugar, definiré lo que es la ciencia ficción diciendo lo que no es. No puede ser definida como un ‘relato, novela o drama ambientado en el futuro’, desde el momento en que existe algo como la aventura espacial, que está ambientada en el futuro, pero no es ciencia ficción; se trata simplemente de aventuras, combates y guerras espaciales que se desarrollan en un futuro de tecnología superavanzada. (…) De modo que si separamos la ciencia ficción del futuro y de la tecnología altamente avanzada, ¿a qué podemos llamar ciencia ficción?

Imagen extraída de Pinterest
Tenemos un mundo ficticio; este es el primer paso. Una sociedad que no existe de hecho, pero que se basa en nuestra sociedad real; es decir, esta actúa como punto de partida. La sociedad deriva de la nuestra en alguna forma (…). Es nuestro mundo desfigurado por el esfuerzo mental del autor, nuestro mundo trasformado en otro que no existe o que aún no existe. Este mundo debe diferenciarse del real al menos en un aspecto que debe ser suficiente para dar lugar a acontecimientos que no ocurren en nuestra sociedad o en cualquier otra sociedad del presente o del pasado. Una idea coherente debe fluir en esta desfiguración; quiero decir que la desfiguración ha de ser conceptual, no trivial o extravagante… Esta es la esencia de la ciencia ficción, la desfiguración conceptual que, desde el interior de la sociedad, origina una nueva sociedad imaginada en la mente del autor, plasmada en letra impresa y capaz de actuar como un mazazo en la mente del lector, lo que llamamos el shock del no reconocimiento. Él sabe que la lectura no se refiere a su mundo real.

Ahora tratemos de separar la fantasía de la ciencia ficción. Es imposible, y una rápida reflexión nos lo demostrará. Fijémonos en los personajes dotados de poderes paranormales; fijémonos en los mutantes que Ted Sturgeon plasma en su maravilloso Más que humano. Si el lector cree que tales mutantes pueden existir, considerará la novela de Sturgeon como ciencia ficción. Si, al contrario, opina que los mutantes, como los brujos y los dragones, son criaturas imaginarias, leerá una novela de fantasía. La fantasía trata de aquello que la opinión general considera posible bajo determinadas circunstancias. Esto es, en esencia, un juicio arriesgado, puesto que no es posible saber objetivamente lo que es posible y lo que no lo es, creencias subjetivas por parte del autor y del lector”.


Philip K. Dick (fragmento de una carta), 14 de mayo de 1981